Hablar de las Merindades es hablar de Historia, sí con mayúsculas, ya que estamos ante el origen mismo de Castilla. Esta poco conocida zona al norte de Burgos es un fantástica conjunción de buenos ingredientes: naturaleza impactante, historia decisiva y gentes entrañables. Me detendré en Espinosa de los Monteros, un pueblo donde las influencias cántabras y vasconas determinan un paisaje y un paisanaje de lo más interesante. Este pueblo fundado por Sancho García, tercer conde castellano, tiene un gran historia detrás, y es que fue en esta municipio serrano donde tuvo su origen la guardia de los Monteros Reales, guardia personal de los condes castellanos y después de los Reyes de España hasta 1931, este histórico cuerpo tenía la peculiaridad de que sus miembros debían ser naturales de tan ilustre pueblo. Historia que se remonta a la lealtad de un montero de Sancho García que le salvo de la muerte que le preparaban su propia madre en conspiración con el caudillo moro. Espinosa está situada en un enclave único, marcado por las transparentes aguas del río Trueba, la proximidad de las montañas cántabras, el valle del Pas y el Monumento Natural de Ojo Guareña. Cruce de caminos entre Cantabria, Vizcaya y la meseta castellana, la proximidad de Bilbao -apenas a 70 km- marca claramente al paisanaje al que le notamos un acento de marcados dejes bilbainos y es que en los años 60 y 70 la mayoría de los emigrantes de Espinosa lo hicieron al Gran Bilbao. Su influencia la percibimos no solamente en el acento, sino en sus zuritos, y las banderas y bufandas del Atletic que cuelgan en muchos de sus bares. Como reminiscencias de su heroico pasado podemos ver torres defensivas del siglo XI y XII, casas blasonadas, palacios nobiliarios como el Castillo de los Velasco. Menos nobiliarias, pero de igual singularidad, encontramos las casas pasiegas salpicadas por las inmediaciones de la villa, especialmente en el cercano núcleo de las Machorras. Como no sólo de arte y cultura vive el hombre, no podemos pasar por alto su rotunda gastronomía donde de nuevo observamos influencias vascas en sus pinchos, zuritos y txacolís; cántabras en sus sobaos y maravillosas anchoas con queso (os recomiendo pedirlas en el restaurante la Mantequería); y burgalesas, en sus morcillas y chorizos, así como en sus reconocidos caldos de la Ribera del Duero . Mención especial merecen también sus quesos, no olvidemos que Espinosa sigue siendo un pueblo ganadero donde sus verdes prados alimentan a un cabaña de gran calidad. Muy cerca de Espinosa tenemos varias rutas ineludibles. En primer lugar no hay que dejar de visitar las Cuevas de Ojo Guareña y su impresionante Ermita de San Bernabé, muy cerca también está Puentedey, encaramado en puente natural de roca sobre el río. El visitante amante de la historia y los paisajes deberá adentrarse por el Valle de Mena y pararse en Taranco (donde por primera vez se encontró escrito el nombre de Castilla). Por último y devuelta en dirección a Burgos no podemos perdernos el milenario pueblo de Oña con su impresionante plaza porticada y el monasterio de San Salvador (S. XI). En definitiva, una escapada atractiva en todos los sentidos que dejará satisfechos a los viajeros más exigentes.
Interesantes comentarios sobre nuestra villa. Algun detalle a corregir.
No es parque natural de la Sierra de Guadaña, es MOnumento Natural de Ojo Guareña.
No es Ermita de San Bartolomé. Es Ermita de San Bernabé.
No son zuritos de txakoli, son zuritos de cerveza.
En el casco urbano no hay cabañas pasiegas, están en las inmediaciones.
No tomes dichos comentarios como una ofensa, simplemente correcciones anecdóticas.
Un saludo y excelente trabajo
Muchas gracias por tus correciones y disculpa por los errores. Enhorabuena por ser paisano de tan fantástica villa.