El uso de las Nuevas Tecnologías por parte de los políticos no es nada nuevo. Desde el inicio de las mismas allá por los años 90 las vienen utilizando los políticos norteamericanos con gran éxito. En España han ido entrando poco a poco, de forma tímida. Si bien desde las últimas elecciones generales de 2004 los políticos han sido conscientes de su capacidad de movilización. El hito más significativo fue la movilización a través de sms ante las sedes del PP durante la jornada de reflexión del 13-M con el ya famoso “pásalo”.
La última moda de los políticos es el uso del blog. Ya no hay político o candidato que se precie que no disponga del suyo propio. Ante las inminentes elecciones autonómicas en Escocia y Gales, y municipales en Inglaterra, el partido laborista británico ha lanzado su propio canal de TV a través de Youtuve como replica al blog de David Cameron. En los EE.UU el uso de estas tecnologías es tan habitual que si no estás en la red, simplemente no existes. Como ya comentaba en mi artículo Dehumanizeer, lo último en los Status son los cibermeetings a través de Second Life.
En España el duelo por la hegemonía del ciberespacio parece de momento en manos del PSOE que con el lanzamiento de su canal de TV, y el lanzamiento a bombo y platillo del blog del infatigable Pepiño Blanco, parece haber tomado la delantera a su gran rival. Bajo mi punto de vista, el uso de las nuevas tecnologías está contribuyendo a formas de participación democrática muy interesantes, creando canales de información alternativos a los tradicionales, y que si bien, están aún atomizados, sin embargo, su crecimiento es constante. Su repercusión en la intención de voto aún no es significativa entre la mayoría de los votantes, pero su gran aceptación por los más jóvenes hacen de estos medios un caladero importante para pescar el voto de un segmento de enorme interés.
Sólo el tiempo nos dirá si está ciber-democracia realmente fomenta un debate político fructífero entre los ciudadanos o por el contrario es fagocitado por los poderes tradicionales y se queda en un bonito sueño computerizado.
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