Desde hace más de un año se ha instalado frente al Museo Reina Sofia de Madrid una especie de Rastro de la miseria donde alrededor de una veintena de peculiares tenderos vende una mercancía de dudosa procedencia y peor presencia. Al principio fueron los del top manta los que empezaron a vender copias piratas de CD´s y DVD´s, más tarde se fueron añadiendo orientales vendiendo juguetes de cuerda, para más tarde añadirse un heterodoxo grupo de mercaderes que ofrecen una amplia gama de productos en su mayoría inservibles y destrozados que van desde revistas porno a cargadores de móviles de prehistórica generación, pasando por zapatos viejos y herramientas usadas. El mercadillo compone una especie de almoneda del mal gusto en pleno corazón de Madrid y a las puertas de uno de los puntos de referencia para la cultura y el turismo madrileño. Las autoridades municipales envían de vez en cuando a sus agentes pero inmediatamente se vuelven a situar los mercaderes con sus productos indescriptibles ante la estupefacción de los turistas y la indignación de los vecinos que sortean impotentes todo este lamentable espectáculo cada vez que pasean por este corredor tercermundista. Es hora de que el notorio alcalde madrileño empleé la misma energía y contundencia que ha invertido en otros temas en un asunto que afecta gravemente a la imagen de nuestra ciudad. ¿Se imaginan espectáculo tan lamentable al lado de la Torre Eiffel o bajo el Big Ben londinense?
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